POV narrativo: ¿Cuál elegir?

Antes de nada: ¿Qué es un POV?

Contextualizar es importante para la buena comprensión de un mensaje, así que, como es costumbre, vamos a intentar crear un punto de partida desde el que viajaremos todos con la misma información.

¿Qué es un Punto de Vista (POV, por sus siglas en inglés)? Es el lugar desde el que parte la información que recibimos: la perspectiva de quien cuenta una historia. Quién ve, quién sabe qué, quién narra.

A simple vista parece una obviedad, algo sencillo en sí mismo, pero en cuanto llega el momento de ponerlo en práctica y decidir qué tipo de narrador usar, la cosa se complica. Porque sí, igual que en la vida real, hay diferentes puntos de vista desde los que contar una misma historia.

Primera Persona o Tercera Persona

El narrador en primera persona eres tú. Es decir, no eres tú tú, pero se lee de tal forma que te metes en la piel del personaje principal. Usa «yo» o «nosotros» y vive —y experimenta— las acciones que transcurren durante la obra. Todos los giros de guion los vivís el personaje y tú al mismo tiempo. Es como si fueras una entidad que funciona de testigo a través de los ojos del personaje. Muy meta todo. (Si quieres leer el epítome del meta literario, recomiendo La flecha del tiempo, de Martin Amis).

Es un narrador muy íntimo, pero tremendamente limitado. Solo sabemos lo que sabe ese personaje. O lo que cree saber, porque —a mi parecer— es un tipo de narrador que se presta a ser poco fiable. Esto no es malo per se; simplemente es una decisión de autor determinar si la información que su personaje en primera persona conoce es cierta o no. (Un buen ejemplo de esto es Nick Carraway en El gran Gatsby, de F. S. Fitzgerald). Para entender un poco mejor la limitación de este tipo de narrador: si no está presente, no ocurrió.

El de tercera persona es lo opuesto, pero con matices. Así, de primeras, lo sabe todo. Se suele usar lo que se llama «narrador omnisciente». Este es el más común. Sabe qué piensan los personajes, sus deseos y anhelos más oscuros. Así como todo lo que ocurre a su alrededor e incluso a otros personajes. Va saltando de uno a otro y poniendo el foco narrativo en según cuál para mayor dramatismo. Elantris, de Brandon Sanderson, es un buen ejemplo.

Puede estar tan limitado como el autor quiera. El omnisciente de varios personajes se usa bastante, pero también están los narradores limitados a uno solo. Se pegan a ese como una lapa, pero saben todo lo que ocurre a su alrededor y todo lo que piensa o va a hacer. Siempre usando «él», «ella», «ellos».

Depende de cómo quieras contar la historia, habrás de escoger uno u otro. «Pero, ¿qué hay del punto de vista en segunda persona?», te preguntarás. Como respuesta te digo: deshonra sobre tu vaca. Aquí no hablamos de ese narrador.

Tipos de narrador

Pero ¿hay más de un tipo? Pues sí: no basta con elegir entre primera o tercera persona a la hora de contar una historia. También debes decidir cuánto sabe ese narrador. La división parece sencilla sobre el papel: el narrador en primera persona solo sabe lo que experimenta y el de tercera lo sabe todo, todo y todo.

Ahora bien, ¿qué pasa si la información que recibe el lector no es del todo correcta? En principio esto podría parecer una tontería, porque si estás leyendo algo, quiere decir que ocurrió de verdad, ¿no? Pues no. Porque, como dijo alguien mucho más inteligente que yo: «la historia la escriben los vencedores».

Por un lado, tenemos al narrador fiable. Cuenta la historia de forma objetiva y creíble. El lector asume que lo que está leyendo es cierto (o al menos no tiene motivos para dudar). Es muy típico de los narradores omniscientes, que relatan la historia de forma secuencial y nos van descubriendo los hechos conforme ocurren.

Pero, por otro lado, está el narrador no fiable. Este aparece cuando el autor quiere ponerse creativo y jugar con la mente del lector. Su versión de los hechos es lo bastante ambigua como para hacernos dudar, engañosa o directamente falsa. Puede mentir deliberadamente, tener una visión distorsionada por motivos desconocidos al principio o simplemente ocultar información. Esto genera desconfianza y añade una capa de complejidad a la narración que obliga al lector a estrujarse los sesos y discernir qué es realidad y qué no. (Como Nick Carraway en El gran Gatsby, que ya mencionamos antes).

Y hay muchos más que se pueden encontrar tanto en obras comerciales como en otras más independientes:

Intrusivo: el narrador comenta y opina sobre los hechos y los personajes (típico en el omnisciente clásico).
Neutro: se limita a describir lo que ve y oye, sin interpretar ni juzgar.
Testigo parcial: solo conoce una parte de la historia y la cuenta desde su limitada perspectiva.
Coral: varias voces narran la historia, ya sea en primera o tercera persona.

¿Cuál elegir?

Pues el que más te guste. Al final, no hay un narrador perfecto, solo el que mejor sirve a la historia que quieres contar y se ajusta a tu estilo de contar historias. Experimenta, juega y no tengas miedo de cambiar hasta encontrar la voz que mejor encaje con lo que tienes que decir.

Mi elección

Nadie me lo ha preguntado, pero yo lo voy a decir: prefiero usar el narrador en tercera persona.

He probado ambos. He escrito historias usando la primera persona —sobre todo de terror o misterio— y me he dado cuenta de que, para esos marcos, funciona muy bien. Pero me resulta tedioso desarrollar párrafos descriptivos desde una visión tan focalizada como la del individuo. Puede que sea por falta de práctica, pero no consigo crear la atmósfera que tengo en mi mente cuando tengo que basarla en una percepción tan limitada.

En cambio, la tercera persona me da toda la libertad para crear escenas envolventes. Para guiar la visión mental del lector por el escenario como si fuera una cámara de cine. Para hacerle empatizar con un personaje al mismo tiempo que le doy información sobre las intenciones de otro. Me siento más cómodo con esta visión porque es como si fuera yo mismo quien está contando la historia a unos amigos o familiares.